martes, 15 de septiembre de 2009

¿cafeína + tecnología = adolescentes con sueño?

Nuestras necesidades de sueño disminuyen conforme vamos cumpliendo años. Las necesidades de sueño de los adolescentes son de las más altas y su intenso crecimiento necesita más de 8 horas de descanso nocturno. Sin embargo, a juzgar por un artículo recientemente publicado en la revista médica Pediatrics, no parece que esa sea la tendencia actual.

El artículo publica los resultados de un estudio que buscaba la relación entre el uso de la tecnología de ocio y el consumo de bebidas con cafeína con las horas de sueño y la somnolencia durante las horas de clase. Los resultados son los que nos estamos ya imaginando, sólo que esta vez vienen respaldados por una metodología rigurosa.

 Los adolescentes que han participado en el estudio tenían entre 12 y 17 años, vivian en un barrio del norte de Filadelfia y pertenecían a la clase media norteamericana (ingresos medios de 50000 dólares). En promedio, cada adolescente tenía 4 dispositivos electrónicos de ocio (ordenadores, videoconsolas, teléfonos moviles, reproductores digitales de música,..).


Sólo el 20% dormía más de 8 horas por la noche. Más del 80% veía la televisión después de las 9 de la noche, y un tercio se dormia durante la actividad escolar.

Al relacionar el consumo de cafeína y el uso de dispositivos electrónicos para el ocio, los autores del artículo observaron que ambos se asociaban con una disminución del tiempo que dedicaban a dormir. Los autores concluyen que el uso nocturno de la tecnología para el ocio induce un consumo de cafeína, y finalmente una disminución de las horas de sueño con la consiguiente somnolencia diurna.

Aunque el estudio se refiere a adolescentes estadounidenses, algo parecido podría estar ocurriendo ya en nuestro país, y si nó, seguro que pronto acabará ocurriendo. El punto clave del artículo está en reflexionar, y no culpar directamente a la tecnología del problema. El factor principal no es la tecnología, ni las peligrosas bebidas energetizantes ricas en cafeína (que debieran estar más controladas, especialmente en jóvenes), sino en el contexto cultural de las familias, y concretamente en el compromiso de los padres en educar a sus hijos de una forma saludable.